En la
pequeña ciudad del crucero, (mitad hombre mitad mito), la espesa niebla
cruza aparentemente con los recuerdos, así los fumadores vierten tiempo
en sus nubes, concibiendo en sus frases: “La vida cruza emergente del
“hoy” tanto como de aquel extraño”… (El cuento volvia a empezar a lo
lejos entre las casas). De
noche y aún en el día, los oirás decir: --Entre la parda curva del
colmo, la distancia se aclara por aquel sonido hierático consignado a
evaporarse, ante la contemplación del jinete curvado entre la neblina,
quizas la de mi propia nube Mental, (cosa que no recuerdo bien), entre
las discurridas horas yo esbozaba por soplidos una voz inmuta--
(Pensamientos) En
aquella noche, como alguna en especial, él redobló el paso del tiempo,
al galopar sin que ningún sol que cubra con una nube su sombra, como
aquel ojo tañido por sal del mar, lo vi sostener aquel cigarro, tal
chimenea grisácea nevíscala, formará mi sombra mental. --En
esta ciudad pasa desapercibido,--recuerdo que dijo un hombre-- ya solo
escuchamos los cuentos por los niños, ellos ya olvidan como alcanzar ver
las blancas y espesas nubes, así la bruma se ha devorado
multitudinarias charlas de la ciudad-- --(Dijo el viejo su
testimonio)--. --Ni aquí, ni
a lo lejos, ni entre la niebla está, sino, cuando el camino agota al
caminante, en aquel instante, encuentras a un crucero del camino decir:
--soló a un caminante he encontrado en el camino, listo para fumar-- y
aquel hombre me acompaño todo el camino. "él crucero"
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