Navegando en las aguas profundas más allá de los océanos… hacia el horizonte entre los cuatro mundos, yo entré a los cuatro océanos ahí la voz sin voz la voz inmuta del silencio me habló... la esencia de la esencia, las malditas sirenas decrepitas que años atrás me hicieron troncar mi vida en el mástil de pensamientos, aunque escuche sus cantos, su mala intención, su acoso sexual depravado, era el delirio del hombre, la suspicacia de comer sangre y beber del seno de la dulce voz.
Ahora vuelvo a navegar en esas aguas profundas desde internet, las sirenas malditas del mito vuelven hacer la cuarta llamada al hombre, esta vez, ya no es el clamor de la naturaleza indolente, es el sacrificio maldito de la plaga humana que no aguanta el paraíso de las musas, maldita sirena del claustro, maldita entre todas las cosas malas que existen, desde lejos las he visto, ahora buscan paz, buscan el servicio humanitario; aunque cuando estuve en el mástil escuchando su descabellada masturbación dentro de mi mente, era como parir a mil demonios, que solo un exorcismo podría detener, entonces aluciné… ver caer el fuego, las piedras, las estrellas, los paradigmas.
Cuando recuerdo los cuatro océanos, recuerdo las cuarta sirenas que llama al mundo
ayudar al mundo, llamar al hombre en busca del hombre, el animal salvaje
buscando al salvaje, el acero buscando la trompa que escupe fuego, la carne
asada por la guerra, por los mal agüeros, abrasada por la soledad y por tu
canto, por tu canto muchas voces sufren el llanto de la sirena.
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